13 enero 2007

La dulce pantagruélica

Si la alimentación fuera una sombra, ella caminaría eternamente con un flexo en la espalda.
Si todo lo mordisqueable tuviera adherido una de las dos partes del belcro, ella colocaría muchas partes contrarias en vastos y profundos platos hondos.
Si a ella se le olvidara desayunar, sería síntoma de que todavía no se ha despertado.
Ella me come muy bien, y todavía tengo que comprar una gran perola para hacer espaguetis los sábados. Con las cien maneras -comprobadas- que ella ha descubierto para introducirlos en su boca, me temo que no llegamos ni al ocho por ciento de las que faltan por llegar. Doscientos años harían falta y doscientos años transcurrirán.

2 comentarios:

Laura Vila dijo...

Peceras, peceras y peceras.
200 años prorrogables, espero.
Me comeré todos los spaguetti y no dejaré ni la muestra.

Laura Vila dijo...

Además estoy perfeccionando la técnica de la succión en espiral.