21 junio 2007

S. O. S.

Oigan, me pasa una cosa un poco rara, ayudenme, por favor. Resulta que mi blog puede verse desde el Firefox, pero como entres con el internet explorer... date por jodido, no verás ni una actualización.
¿Qué hago?.

La defensa masculina.


Estoy un poco cansada de encender la tele y encontrarme a gente monologueando (no, haciendo el mongo no, haciendo monólogos -aunque para el caso es lo mismo-). El caso es que creo que está muy manida ya la "guerra de sexos" en este tipo de espectáculo (por llamarlo de alguna manera).
Hoy voy a romper una lanza a favor de los hombres, porque es muy fácil quejarse de los defectos de tu pareja con un poco de gracia, pero hay cosas de las que no nos damos cuenta, están ahí y molan. No estoy hablando en este momento de mi pareja en particular, hablo de los hombres en general, cuidao.
El caso es que nosotras, cuando vivimos con nuestros padres, tenemos camisetas para andar por casa. ¿Quién no se pone la camiseta que le trajeron sus abuelos de Matalascañas o de Benidorm?. Son camisetas con las que no tenemos ningún cuidado y son todoterreno. Poco a poco, pasan los años, te echas noviete y... ¿qué usas para dormir y estar en casa?. Pues alguna camiseta suya que se haya dejado un día que se quedó a dormir.
Pero la cosa no se queda ahí. Llega un momento en que te vas vivir con tu chico, es domingo y ya ni piensas en ponerte la camiseta de Matalascañas, directamente abres el cajón de sus camisetas y te pones una (te da igual la que sea, no buscas una vieja, si acaso una que te quede bien y que sea los suficientemente larga para taparte las braguitas, pero tampoco mucho).
Con esa camiseta limpiamos, cocinamos y nos ponemos de mierda hasta las cejas.

Y yo digo... ¿nos dicen ellos algo?. No.
¿Se enfadan?. No.
Habría que vernos a nosotras si él coge directamente nuestra camiseta preferida para irse a lavar el coche o para freir pollo.
Nuestra cara sería un poema.
Buenos días.

18 junio 2007

PURO MERCHANDAISING


Esta noche me pongo a escribir esto con el único propósito de tranquilizarme de cara al exámen que tengo mañana. Y es que estoy nerviosa y trémula, cual jovenzuela de instituto de Arkansas a la hora de hacer un mortal para ver si la aceptan en el grupo de animadoras.

En fin, aquí tenemos una estupenda talla de madera policromada, cuyo creador fue Pedro de Mena, y que es una de las joyas del Barroco granadino. El tema es una Magdalena penitente (para quien le guste, no tiene más que pasarse un ratito por el Museo del Prado -no vayais en domingo-). La Magdalena ha decidido aislarse del mundo y dedicarse a una vida eremítica, pasando hambre y penurias, de ahí que su pelo aparezca sucio y vaya vestida únicamente con una saya de esparto.

Hasta aquí todo muy bien, pero... Vamos a ver... Esta mujer apreciaba enormemente a Cristo (ya no me meto en cuestiones danbráunicas, y no diré que si era su mujer, su amante o el jodido Santo Grial con la sangre de Amelie). El caso es que Cristo ha muerto hace relativamente poco tiempo, y aquí tenemos a Magdalena sufre que te sufre. Puedo comprender que en las iglesias coloquen un Cristo crucificado (ya sea vivo o muerto) con las señales de la Pasión, para que todos recordemos que fue un tipo que murió por nosotros y que le debieron doler mucho los azotes que le dieron cuando estaba atado a la columna y bla, bla bla...
De verdad, bajo el punto de vista cristiano, comprendo que debamos recordar ese episodio de la vida de Cristo, pero... El señor Pedro de Mena (excelente escultor) ha decidido colocarle a la Magdalena un crucifijo al que mira con dolor.

¡Esto ya me parece de Campeonato de Linares, oiga!. Vamos a ver, ¿lo que quieren colarme es que se le muere el novio y ella va con una esculturilla, que representa el momento de la muerte del susodicho, por las montañas?.
No me jodan.
Es como si a mí se me muere mi chico electrocutado y me hago un muñequito suyo con los dedos en el enchufe, los pelos de punta y la lengua fuera, a lo Mortadelo. Ay, pobre, con lo que yo le quería. Murió por mi culpa, yo sólo quería secarme el pelo. Lo pondré en la mesilla para recordar siempre lo que hizo por mí.

Hay cosas del cristianismo que los creyentes tienen que tragarse por medio de fe, pero este merchandaising... No hay por dónde cogerlo.

15 junio 2007

Las ventajas


No siempre se tiene suerte para todo, pero cuando ocurre, pues oye... Lo valoras.
Resulta que yo tengo la ventaja de querer a un señor que escribe muy bien. Como sabe escribir bien, es capaz de condensar cosas muy chulas en pocas palabras.
De todo esto sale que, a veces, cuando me estoy quedando dormida, me llega un mensaje al móvil, que suelo leer somnolienta, en medio de la madrugada, y hace que me vuelva a dormir con una sonrisa en la boca.
Lo mejor es cuando me despierto y lo vuelvo a leer. Me entero mejor de lo que ponía (que para mí es nuevo) y me levanto con otra sonrisa mejor a la de la noche anterior (si cabe).
Me gustaría darle las gracias a este señor, porque hace que las madrugadas y las mañanas sean mejores.
Aunque supongo que para eso está él ahí: para que todo sea mejor.