27 febrero 2008
Pozos.
Cuando hay accidentes de tráfico, el gobierno se preocupa en poner medidas para que esto no ocurra. Lo mismo pasa con la pederastia, la violencia callejera y otros tantos problemas de la sociedad. Pero nadie se plantea nunca cerrar pozos. El mundo está lleno de pozos con niños al fondo y nadie hace nada. Queda demostrado que si un niño desaparece, probablemente esté en un pozo, pero nunca les buscan en ellos, simplemente encuentran los cadáveres por casualidad. Y aún sabiendo lo doloroso que debe ser para los padres y los momentos angustiosos que ha debido pasar el niño... No puedo dejar de pensar que los críos son un poco gilipollas. Corren atolondrados y caen en pozos. Señor Zapatero: Incluya el tema "Pozos: qué hacer y qué no hacer" en la asignatura de Educación cívica, porque esto es un sindiós.
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9 comentarios:
Me ha recordado que en su día escribí esto: http://driftwood.librodenotas.com/cuaderno/245/el-pozo
Su texto es, a todas luces, mucho más poético.
A mí tampoco me dejaban acercarme al pozo mis abuelos, aún así, cuando estaba cerrado, es cierto que me subía en él. De todas formas, estando abierto no me hubiese acercado bajo ningún concepto, por encima de todo estaba el miedo a caerme, el ruido infernal que hacía y, sobre todo, las enormes arañas que habían decidido instalarse en ese lugar tan húmedo y oscuro.
En ese manual del sí y del no, sugiero también cosas como "qué no hacer con un ser vivo", "los petardos no son juguetes porque hacen ¡pum! y el ¡ay! de después molesta mucho" especialmente a los dedos, "tesis sobre las pelotas, las calles y los coches", "escupir, insultar y lanzar piedras a la gente no suele sentarles bien" y, por supuesto,"niño, cuidado con el cuchillo".
Es verdad, ¿y si la niña de Rajoy heraldo de libertad se cae en un pozo? Menudo drama eh?
Sería un pozo de desesperación, sin duda.
Quizá la niña de Rajoy ya cayó al pozo y fue la inspiración para The Ring.
A mí si que me gustaría ver a Rajoy en un ring.
¿y quién sería el contrincante?
Un cangrejo con sombrero tirolés, como el que se le aparecía a Primo de Rivera de cuando en cuando.
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