10 diciembre 2010

Wovenhand


Anoche tuve la suerte de asistir al concierto que Wovenhand dio en la sala Caracol de Madrid. Y lo de "suerte" no lo digo por decir. Esta gente tiene un directo absolutamente impresionante. Una música que te hace sentir que llevas días perdido en el desierto de Sonora, te ha dado el sol en la cabeza y empiezas a delirar. También podría decirse que son los sonidos que se deben reproducir en tu mente cuando entras a una cabaña de sudación hasta encontrarte con tu animal totémico.

Ver a su cantante es ver a un chamán en estado de trance. David Eugene Edwards (ese es su nombre) no mira al público, está en otro plano, sacude la cabeza sin parar y explica sus palabras con movimientos de sus manos, como un nativo americano y su voz penetra, te atraviesa y te lleva.

Todo esto, mientras el resto del grupo le imprime una energía sin precedente a la actuación. Su batería es realmente versátil y el bajista, uno de los mejores que he visto, rara vez abre los ojos y sus movimientos están llenos de potencia. Realmente lleva el ritmo y el peso de varios temas y además mantiene la pose de bajista norteamericano: pecho fuera, manos abajo y convulsión de movimientos en los momentos álgidos de cada tema.

Una delicia para los sentidos, sólo había que dejarse llevar. Gran grupo y yo, una afortunada.

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