30 enero 2007
¿Es posible que las tetas grandes resten inteligencia?
Sé perfectamente que este título no va a hacer que tenga muchas amigas, pero no he podido evitarlo. Hoy, delante de mí, en clase de Arte Barroco había tres lindas mujercitas de pechos prominentes. Mujeres que gustan de hablar en clase, de echarse productos en el pelo para venir a la facultad a horas intempestivas... En fin, mujeres del futuro.
El caso es que hoy el profesor (al que admiro profundamente por ser uno de los mejores que he tenido) ha decidido dar una clase de repaso de cara al examen. Pues bien, estos datos nos hacen sospechar que ya hemos cursado el primer cuatrimestre de la asignatura y que, por tanto, algo sabemos. Al parecer... no es así.
El distinguido profesor ha tenido a bien proyectar esta diapositiva y, para mi asombro, ha habido un gran revuelo entre las chicas de pechos preparados para la alimentación de un campamento de niños gordos. Se movían mucho, buscaban las miradas de las otras, hasta que una ha pronunciado las palabras mágicas: "¿Esto qué es?".
¿Les he dicho que estudio Historia del Arte en Madrid?. Pues lo acojonante es que esas chicas también lo hacen (o eso parece). El caso es que ninguna lo sabía hasta que el profesor lo ha dicho. (Momento de gran tranquilidad para todas).
El caso es que yo pensaba... Uhmmm... Tienen las tetas muy grandes para el tamaño de sus cuerpos.... Uhmmmm. Esos enormes pechos deben tener alguna función. He pensado que si les daba una colleja muy fuerte no les pasaría nada, porque rebotarían contra el pupitre y nos se daría una escena P. Tintesca. También me ha dado por pensar que quizá gran parte de su corriente sanguínea deba pasar mucho tiempo por esas magníficas prominencias, con lo que le estaríamos restando tiempo a la sangre de estar en el cerebro (¡con lo bien que se lo pasa uno allí! - espero que mis lectores hombres estén pensando que en las tetas se lo pasa también uno bien, de lo contrario me defraudarán - ).
Y, después de un rato, me he dado cuenta de que había estado demasiado tiempo pensando en las tetas de unas chicas poco agraciadas mentalmente. Dándoles forma con la mente... Imaginando a sus dueñas en plena carrera mientras ponen una sonrisa bobalicona (todo a cámara lenta)...
En fin, que he perdido unos valiosos minutos de una clase que me encanta.
¿Os he parecido machista?, ¿empollona?, ¿desagradable?, ¿clasista?.
Sí, bueno, por el texto (no muy bien construido, dicho sea de paso), yo también hubiese deducido todo esto.
Pensad lo siguiente: esposible que os equivoqueis.
Está bieeeeen... La próxima vez escribiré algo bonito y entretenido.
¡¡¡Coño, es que era el palacio Real!!!
25 enero 2007
22 enero 2007
¿Qué ha sido de la enciclopedia de Diderot, Dalembert y Voltaire?
http://es.wikipedia.org/wiki/Gorilas_en_la_niebla
Cosa mala, mire usted.
Cosa mala, mire usted.
19 enero 2007
Cosas de la Física.
Se supone que cuanto más espacio se tiene para respirar y moverse... mayor es la sensación de "espacio".
Imagínense en un ascensor. Prefieren ir solos, ¿verdad?.
Pues bien, él cambiaba todas las leyes de la Física conocidas. Cuando no estaba, el espacio era más pequeño.
Parecía que había menos aire...
La fuerza de gravedad se multiplicaba...
La capacidad de movimiento disminuía...
Él cambiaba la realidad del mundo. Cambiaba la realidad de mi mundo.
Imagínense en un ascensor. Prefieren ir solos, ¿verdad?.
Pues bien, él cambiaba todas las leyes de la Física conocidas. Cuando no estaba, el espacio era más pequeño.
Parecía que había menos aire...
La fuerza de gravedad se multiplicaba...
La capacidad de movimiento disminuía...
Él cambiaba la realidad del mundo. Cambiaba la realidad de mi mundo.
18 enero 2007
14 enero 2007
La dulce pantagruélica II
13 enero 2007
La dulce pantagruélica
Si la alimentación fuera una sombra, ella caminaría eternamente con un flexo en la espalda.
Si todo lo mordisqueable tuviera adherido una de las dos partes del belcro, ella colocaría muchas partes contrarias en vastos y profundos platos hondos.
Si a ella se le olvidara desayunar, sería síntoma de que todavía no se ha despertado.
Ella me come muy bien, y todavía tengo que comprar una gran perola para hacer espaguetis los sábados. Con las cien maneras -comprobadas- que ella ha descubierto para introducirlos en su boca, me temo que no llegamos ni al ocho por ciento de las que faltan por llegar. Doscientos años harían falta y doscientos años transcurrirán.
Si todo lo mordisqueable tuviera adherido una de las dos partes del belcro, ella colocaría muchas partes contrarias en vastos y profundos platos hondos.
Si a ella se le olvidara desayunar, sería síntoma de que todavía no se ha despertado.
Ella me come muy bien, y todavía tengo que comprar una gran perola para hacer espaguetis los sábados. Con las cien maneras -comprobadas- que ella ha descubierto para introducirlos en su boca, me temo que no llegamos ni al ocho por ciento de las que faltan por llegar. Doscientos años harían falta y doscientos años transcurrirán.
12 enero 2007
Raro relativo.
10 enero 2007
¿Rara?
Aquella tarde fría de enero, la pobre niña Laura estudiaba y estudiaba sin parar en una buhardilla más bien desangelada. En la distancia, el chico que siempre le visitaba mientras dormía, le preguntó: ¿por qué, precisamente, rara?.
Ella no tenía tiempo para contestarle con palabras, el tiempo apremiaba y la comunicación iba a ser cortada de un momento a otro. Finalmente, se decidió por una imagen de aquella época, así él sabría la razón por la cual, su compañero de instituto pensaba que aquella niña era rara.
Años después
03 enero 2007
LÍA
Tenía pensado publicar hoy una queja. Todo porque quise cambiar la cara de este blog y el día de Nochevieja me apeteció escribir algo personal. El caso es que después de desflorar mi corazón en unos cuantos párrafos, lamierdalblogeste me dice que si betas y que si leches y cuando quise publicar mi entrada, ni la publica ni la guarda. Todo esto sólo conllevó tristeza y enfurruñamiento. Gran consternación.
Pero vale ya de quejarse y vamos al lío....
¿Se han dado ustedes cuenta de quién es esa chica?. Pues sí, es la protagonista de nuestro relato. Así de lejos, no parece gran cosa, pero cuando te acercas a verla de cerca, te das cuenta de que es mona. Esta pobre chica (llamémosla Lía) estudiaba una carrera de letras que le apasionaba, aunque no le gustaba mucho la modernidad, quizá por eso escogió Historia del Arte, para poder fijarse en el pasado. Ella pensaba que tiempos pasados siempre fueron mejores. Bueno, pensaba eso con respecto a la historia de la Humanidad, porque para su vida aplicaba todo lo contrario, siempre pensaba que lo que estaba por venir sería mejor y su pasado no le gustaba mucho.
Se podría decir que, en este momento, Lía era feliz en su presente, pero justo hoy, se abría un abismo ante ella que tendría que sortear ella sola.
Lía estaba en sus vacaciones de Navidad y había aprovechado para buscarse un trabajillo temporal de promotora para sacarse unos duros y poder pagar la matrícula de la Universidad. Pues bien, el trabajo no era precisamente de "ensueño". Promocionaba perfumes de marcas raras y caras, de diseñadores extraños con nombres rimbombantes y apellidos de toda la vida. A Lía le asqueaba todo eso, aunque había aprendido mucho sobre la raza humana y sobre la vida trabajando allí.
Habían colocado a Lía en un lujoso stand, en medio del centro comercial, rodeada de cajas de regalo rosas y negras, con una chimenea victoriana lacada en blanco y mucho perfume dulzón que embobaba a las chiquillas. El centro comercial estaba en el corazón de la Moraleja y allí el famoseo y la goma estaban a la orden del día. Lía pasaba horas observando aquél ganado, dilucidando la educación que recibían esos niños y los valores que se les inculcaban e intentando descifrar la educación que habían recibido, a su vez, sus padres.
También hay que reconocer que se sorprendió de la simpatía y naturalidad de algunos de estos especímenes, pero no queremos dejar de recalcar que... SE SORPRENDIÓ.
El caso es que ella trabajaba para una tienda cercana al lugar donde le habían dejado a su suerte. Aquella tienda era infernal, todo eran cosméticos de altísimas marcas, fotos de mujeres bellas y... lo peor de todo: compañeras maquilladas hasta los dientes, mariposeando sin parar y pensando en los siguientes temas:
- ¿Me compro el pantalón en Pedro del Hierro o en Fronstrins?.
- ¿Qué perfume le llevo a mi novio?.
- ¿Qué puedo hacer para tener la piel menos grasa?.
Para ellas todo era comprar, comprar y comprar. Tenían complejo de divas, eran altivas, con grandes aires de señoras, maleducadas y muy, pero que muy ignorantes. Laura, perdón, Lía pensaba que eran ignorantes por la escala de valores que les movía a actuar: estaban siempre cansadas de ese trabajo, pero sólo trabajaban para comprarse caprichitos. Lía pensaba que nunca ahorrarían para irse de casa, que no se independezarían, que no podrían pagar la comida, ellas sólo se compraban ropa y perfumes.
Una de las chicas le dijo a Lía que se equivocaba, que sí se irían porque se lo pagaba todo su novio, que ella podía gastarse el sueldo en lo que quisiese. (Lía rezó para que esa chica no se divorciase de su futuro marido y esto le llevó a pensar que no sabría si la dependienta se quedaría en la calle o, por el contrario, le sacaría al noviete hasta el último céntimo).
Uy, ¡habíamos quedado que Lía estaba a punto de enfrentarse a un momento crucial en su vida ella solita!.
Bueno, pues como ya está definido a grandes rasgos el lugar de trabajo (ah, la jefa le tenía manía y muchas chicas el hacían el vacío), vamos a ver cuán profundo era aquél abismo.
Lo cierto es que estoy exagerando porque Lía había salido de alguna que otra cosa peor, pero... de repente se veía trabajando allí, se acercaban los exámenes y todo apuntaba a que iba a ser un mes duro.
Parece algo de lo más normal, y lo es. Bueno, salvo por el detalle de que la persona que Lía más quería en el mundo iba a estar un mes fuera del país y un poquillo incomunicado. Y es que... Lía, en el pasado más inmediato, se había acostumbrado a afrontar las pequeñas crisis de la vida con el apoyo de aquella persona, pero ahora iba a echarle mucho de menos.
Todo está adquiriendo un matiz tremendista, pero nada de eso. Cuando Lía vio que la cuenta atrás se acercaba decidió no ponerse triste y enseñar los dientes. Nadiee iba a amilanarla en el trabajo, lo de estudiar lo tenía chupao y lo de aquella ausencia sólo sería un mes. Pffff, ya veis, total, nada. Anda que no hay gente por el mundo pasandolo mal de verdad.
Pues bien, como os iba diciendo, si te acercabas, en el fondo, era una chica bastante mona...
Continuará...
Pero vale ya de quejarse y vamos al lío....
¿Se han dado ustedes cuenta de quién es esa chica?. Pues sí, es la protagonista de nuestro relato. Así de lejos, no parece gran cosa, pero cuando te acercas a verla de cerca, te das cuenta de que es mona. Esta pobre chica (llamémosla Lía) estudiaba una carrera de letras que le apasionaba, aunque no le gustaba mucho la modernidad, quizá por eso escogió Historia del Arte, para poder fijarse en el pasado. Ella pensaba que tiempos pasados siempre fueron mejores. Bueno, pensaba eso con respecto a la historia de la Humanidad, porque para su vida aplicaba todo lo contrario, siempre pensaba que lo que estaba por venir sería mejor y su pasado no le gustaba mucho.
Se podría decir que, en este momento, Lía era feliz en su presente, pero justo hoy, se abría un abismo ante ella que tendría que sortear ella sola.
Lía estaba en sus vacaciones de Navidad y había aprovechado para buscarse un trabajillo temporal de promotora para sacarse unos duros y poder pagar la matrícula de la Universidad. Pues bien, el trabajo no era precisamente de "ensueño". Promocionaba perfumes de marcas raras y caras, de diseñadores extraños con nombres rimbombantes y apellidos de toda la vida. A Lía le asqueaba todo eso, aunque había aprendido mucho sobre la raza humana y sobre la vida trabajando allí.
Habían colocado a Lía en un lujoso stand, en medio del centro comercial, rodeada de cajas de regalo rosas y negras, con una chimenea victoriana lacada en blanco y mucho perfume dulzón que embobaba a las chiquillas. El centro comercial estaba en el corazón de la Moraleja y allí el famoseo y la goma estaban a la orden del día. Lía pasaba horas observando aquél ganado, dilucidando la educación que recibían esos niños y los valores que se les inculcaban e intentando descifrar la educación que habían recibido, a su vez, sus padres.
También hay que reconocer que se sorprendió de la simpatía y naturalidad de algunos de estos especímenes, pero no queremos dejar de recalcar que... SE SORPRENDIÓ.
El caso es que ella trabajaba para una tienda cercana al lugar donde le habían dejado a su suerte. Aquella tienda era infernal, todo eran cosméticos de altísimas marcas, fotos de mujeres bellas y... lo peor de todo: compañeras maquilladas hasta los dientes, mariposeando sin parar y pensando en los siguientes temas:
- ¿Me compro el pantalón en Pedro del Hierro o en Fronstrins?.
- ¿Qué perfume le llevo a mi novio?.
- ¿Qué puedo hacer para tener la piel menos grasa?.
Para ellas todo era comprar, comprar y comprar. Tenían complejo de divas, eran altivas, con grandes aires de señoras, maleducadas y muy, pero que muy ignorantes. Laura, perdón, Lía pensaba que eran ignorantes por la escala de valores que les movía a actuar: estaban siempre cansadas de ese trabajo, pero sólo trabajaban para comprarse caprichitos. Lía pensaba que nunca ahorrarían para irse de casa, que no se independezarían, que no podrían pagar la comida, ellas sólo se compraban ropa y perfumes.
Una de las chicas le dijo a Lía que se equivocaba, que sí se irían porque se lo pagaba todo su novio, que ella podía gastarse el sueldo en lo que quisiese. (Lía rezó para que esa chica no se divorciase de su futuro marido y esto le llevó a pensar que no sabría si la dependienta se quedaría en la calle o, por el contrario, le sacaría al noviete hasta el último céntimo).
Uy, ¡habíamos quedado que Lía estaba a punto de enfrentarse a un momento crucial en su vida ella solita!.
Bueno, pues como ya está definido a grandes rasgos el lugar de trabajo (ah, la jefa le tenía manía y muchas chicas el hacían el vacío), vamos a ver cuán profundo era aquél abismo.
Lo cierto es que estoy exagerando porque Lía había salido de alguna que otra cosa peor, pero... de repente se veía trabajando allí, se acercaban los exámenes y todo apuntaba a que iba a ser un mes duro.
Parece algo de lo más normal, y lo es. Bueno, salvo por el detalle de que la persona que Lía más quería en el mundo iba a estar un mes fuera del país y un poquillo incomunicado. Y es que... Lía, en el pasado más inmediato, se había acostumbrado a afrontar las pequeñas crisis de la vida con el apoyo de aquella persona, pero ahora iba a echarle mucho de menos.
Todo está adquiriendo un matiz tremendista, pero nada de eso. Cuando Lía vio que la cuenta atrás se acercaba decidió no ponerse triste y enseñar los dientes. Nadiee iba a amilanarla en el trabajo, lo de estudiar lo tenía chupao y lo de aquella ausencia sólo sería un mes. Pffff, ya veis, total, nada. Anda que no hay gente por el mundo pasandolo mal de verdad.
Pues bien, como os iba diciendo, si te acercabas, en el fondo, era una chica bastante mona...
Continuará...
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